Son rastros de Madrid, son rastros que me quedan en la memoria, rastros de gente que conocí, rastros de gente que no voy a olvidar.
Son rastros que dejé en un rincón de tu memoria, rastros que te recuerdan un día, una tarde, una noche, rastros de mínimos detalles, de silenciosas canciones, de palabras entre líneas.
Simplemente y complicado, son sólo tus rastros, son sólo mis rastros; nos quedaremos atrapados en alguna tela madrileña cuando volvamos a descubrir que en el amor siempre hay dos... para estar bien no necesito tanto.
Una reconquista a una tierra ya tomada, a una tierra un poco perdida, a una tierra que no sólo tu ibas a tocar... hace falta más de un tiempo para acostumbrarla, para encontrarla, para besarla, para nombrarla dueña de tus sueños; besaremos los pies de blancas arenas del olvido, de los mares helados en la sangre de nuestras venas, quitaremos el sabor de los enredos y las manchas de las dudas, declararemos tierra nuestra la que alguna vez fue y la que nunca tuvimos.
Vamos a declarar independencia a lo seguro y dependencia a nuestros cuerpos, no vamos a necesitar recordar para nada, sólo algo nuevo, un momento en aquellos lugares y sólo respirar de nosotros.
Voy a dejar que pose tu barco en mis tierras, voy a dejar que dejes en mí tus recuerdos, que vuelvas a conquistar sin treguas y que vuelvan a confiar en tí los mares que lamen mis pies.
Que en Madrid siga lloviendo, que en Madrid no se acabe la imaginación por tu ventana.
