miércoles, 16 de junio de 2010

Arrebolar.


Sentí que de espacio había poco, aún así sentí como el sonido penetraba mi cráneo y tranquilamente lo escuchaba dentro de mí.
Era como sentir que las montañas encadenaban los pies cansados, el sol se movía tranquilo, el mundo se quedaba quieto, todo pasaba frente a los ojos que no querían ver pero que veían todo, era sentir el alma, el cuerpo, dejar todo de lado menos lo demás. Era una estrella tratando de llegar a la luna, una luna tratando de llegar al sol, el sol mirando mis pies y mis pies en el mar, en ese mar que jugaba con tus manos, con tus rodillas, con todo tu cuerpo... y también era yo escabulléndome en tí. Definitivamente de espacio no había nada, pero así lo prefiero.

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