martes, 16 de diciembre de 2008

Abierta en el callejón




Personas que viven - Personas que hacen.


Iba caminando por el callejón, sin tanto detalle y sólo uno, eran las cinco de la mañana, se sentía libre, después de haber tomado tanto tequila y haber perdido su ropa, pero no su pureza (la había perdido años atrás), en una partida de poker.

Caminaba sola, sin zapatos, poco animada se había puesto los pantalones y su polera, llevaba en la mano los zapatos, el sostén ¿y las pantaletas?, las pantaletas las había dejado tiradas en el camino.

Ebria de las ganas de sentirse bien, se llevo los dedos a la boca y vomitó manchandose los pies desnudos, comenzó a reír y a ahogarse con todo el fuego que lanzaba por el hocico, digna perra de tres cabezas, la mirada enfocaba su reflejo, ella buscaba su sombra entre el vomito y trataba de correr lo más rápido que podía en sus pensamientos.

Tirada en la tierra junto al mar, junto a su sombra perdida, con la boca entreabierta, seguía enfocando su reflejo y las tres cabezas.

Los pantalones abajo, su polera desapareció, sin sostén y que manera de hacer fácil el trabajo sucio. Tan drogada, tan ebria, dejó abrirse y disfrutó el momento, sin hablar, sin gritar, sin gemir y tanto fue el placer para ella, que para esos tres duró poco el juego.

Comprendía en ese momento que nada le caía tan bien que sentir el viento contra su cuerpo, la golpearón tanto, golpes del viento, cada vez más fuerte, cada vez más frío.

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